En primer lugar, es fundamental aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de vocación y profesión. Una vocación es una propensión innata a una actividad concreta, una llamada interior que nos orienta hacia una determinada línea de trabajo. Una profesión, en cambio, es una actividad que se ejerce con regularidad y que exige unos conocimientos técnicos y una formación específicos.
Podríamos decir que la abogacía es una carrera que puede clasificarse tanto de vocación como de profesión. Por un lado, la justicia y el Derecho parecen ser algo natural para muchos estudiantes de Derecho. Tienen un fuerte compromiso con la defensa de los derechos de los demás, la lucha contra la injusticia y la resolución de problemas legales. A través de la educación y la experiencia en el mundo real, esta propensión innata por el Derecho puede convertirse en una carrera profesional.
Sin embargo, obtener una formación jurídica es un requisito previo para ejercer la abogacía con eficacia y moralidad. Además, la profesión jurídica requiere una educación y formación continuas para mantenerse al día de la evolución jurisprudencial y legislativa.
¿Cuáles son los puntos fuertes de la abogacía?
El objetivo de la abogacía es proteger los derechos de los demás. Los abogados son responsables de defender la igualdad, la justicia y los derechos y libertades fundamentales de las personas. Como abogado, es su deber asegurarse de que se respetan los derechos de todos, independientemente de su posición social, sexo o lugar de origen.
Del mismo modo, el ejercicio de la abogacía exige un alto nivel de dedicación y compromiso. Los abogados tienen el deber de defender con firmeza y éxito los intereses de sus clientes. Ello exige una gran ética de trabajo, una atención permanente a los detalles y la capacidad de sintetizar y analizar datos.
Además, hay muchas otras áreas de práctica y especializaciones disponibles en la profesión jurídica. Entre otras muchas áreas, los abogados pueden centrarse en el derecho civil, el derecho mercantil, el derecho penal, el derecho laboral y el derecho fiscal. Esto implica que cada abogado puede identificar su propia pasión y dedicarse a un nicho que le satisfaga profesionalmente.
Por último, hay muchas posibilidades de desarrollo y promoción profesional en el ámbito jurídico. Tanto en el sector público como en el comercial, los abogados pueden desempeñar diversas funciones, como derecho de sociedades, litigios, mediación, arbitraje, consultoría jurídica y docencia. Además, facilita el desarrollo de habilidades y competencias transversales muy apreciadas en otros ámbitos como la comunicación, la persuasión, la negociación, la oratoria, la resolución de conflictos y la resolución de problemas.